10 junio, 2008

Una experiencia que quisiera compartir...

Hace unos días tuve la oportunidad de participar de un taller sobre trabajo orientado a un grupo de internas del pabellón 31 de la cárcel de Ezeiza. Si bien era de mi conocimiento que, se trataba de una cárcel modelo y suponía, por ende, que nos íbamos a encontrar con un panorama bastante mejor de los que pueden existir en la generalidad de los casos de este tipo, no por eso dejo de sorprenderme. Me alegro encontrarme con un grupo de mujeres mas "armadas" de lo que suponía iban a estar. Muchas con proyectos de micro emprendimientos vinculados a costura y panadería. Ocupaciones que han aprendido a desempeñar allí mismo e incluso alguna con maquinas ya compradas. Herramientas que sin duda les facilitarán enormemente el posicionarse desde otro lugar al momento de salir siendo además sumamente favorable teniendo en cuenta que tenían edades que iban en la mayor parte de los casos de los 35/55 años, factor que como todos conocemos dificulta aun mas la reinserción laboral.
No puedo sin embargo evitar relacionar a este grupo de lucidas aunque vulnerables mujeres con otro que me toco conocer tan solo unas semanas antes. Ellos eran jóvenes de entre 17 y 21 años procedentes de distintos hogares de Capital Federal y que en poco tiempo por la edad con la cual contaban se verían en la obligación de abandonarlos. Jóvenes que, no pudieron evitar impactarnos desde la impotencia y tristeza que nos generaron. Mientras nos comentaban a nosotras, un par de extrañas y con los ojos lagrimeando como querían poder trabajar "para darle a sus hijos aquello que sus padres no les habían podido dar a ellos". O bien escuchar de otro de los casos realidades tan duras como haber perdido un embarazo por haber tenido que estar trabajando con ocho meses de gestación, descargando cajones de fruta. Chicos que se encontraban cursando a pesar de su edad 3° o 4° grado de la primaria y a los cuales les costaba enormemente tener que leer o escribir.

Me pregunto entonces ¿que destino puede esperarles a todos ellos? Si un grupo de adultas con un nivel de escolaridad que promedia un secundario completo y sin duda mayor cantidad de recursos ha delinquido y debido cumplir una condena por encontrarse a pesar de todo igualmente expuestas que podríamos esperar para el futuro del resto?
Los niveles de vulnerabilidad se vuelven cada vez mayores y sus consecuencias no se hacen ni se harán esperar.

2 comentarios:

Sofía Ramos dijo...

Muy interesante el post. Me llevó a pensar que la cárceles como reprimenda y reformatorio, no dejan de ser un parche para tapar agujeros generados con muchísima antelación (los que llevan a las personas a delinquir en primer lugar, los que los dejan en un estado de vulnerabilidad inconsolable.)

Natalia Papapietro dijo...

Tuve la experiencia de realizar un recorrido por la cárcel de Ezeiza en el año 2006 junto a compañeros de la facultad.
Es una experiencia muy movilizante que te hace replantear muchísimas cosas.
Adhiero totalmente al post